Y si por lo menos existiera ese momento, en el que todo se queda quieto por un segundo, en el que mi mente no pelee con el corazón, queriendo hacerle entender por qué las cosas no se pueden dar como él quiere, en donde mi corazón no conduzcan las lágrimas a los ojos, en señal de una nueva derrota y en donde los ojos no le pasen a la mente la imagen de tu rostro que parece quiere habitar en ella por siempre...
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