jueves, 8 de agosto de 2013

Martín...

(Esta es la segunda parte del cuento que empece a escribir, la primera parte se llama; Encuentro, la cual publique hace algunos meses... Aún faltan otras dos partes que están en proceso, espero les guste esta y si no, se aceptan todo tipo de sugerencias y comentarios... ¡Gracias!)

Estoy esperando a una amiga muy especial que viene de visita, quedamos en vernos en este lugar a las once en punto, sé que llegará –afirmó, queriendo realmente creer esas palabras- es una historia larga y complicada, podría ser la típica historia de amigos que se enamoran, que cuando uno se enamora, el otro no le corresponde y cuando pasa el tiempo se invierten los papeles, pero ahora, ahora nos encontramos en la parte en que ambos queremos y podemos. Este es el lugar en que nos conocimos hace diez años, por eso lo elegimos para el encuentro. Todo empezó un viernes como este, esa noche, después de una de las tantas clases que teníamos juntos, salimos varios compañeros deseosos de no regresar a casa hasta el amanecer, entre ese grupo estaba Alicia. La observe casi toda la noche, su sonrisa espontanea me hacía querer acerarme y saber qué causaba esa expresión en su rostro, tuve que tomar un poco más de lo debido para armarme de valor y poder iniciar una conversación, me decidí, después de varios intentos fallidos de ir a su mesa, acerque una silla y la puse a su lado, nos saludamos como si ya lo hubiéramos hecho muchas veces, ahí fue cuando supe que era especial, la indicada, pero no contaba con que ella ya tenía en su vida a su persona especial, yo solo quedaría como el amigo al que terminaría platicándole su relación, sus tristezas, sus desilusiones. Durante el primer año de amistad, fuimos muy cercanos, íbamos mucho a la casa uno del otro, no importaba la hora, ella siempre era bienvenida, y viceversa. Hubo días en los que llegaba a su casa a las cinco de la mañana después de haber estado con una chica, no a platicarle lo sucedido, si no, para compararlas y saber si haría buena o mala elección, ella era la base de comparación para cualquier relación que tenía, cualquier diferencia que hubiera entre ella y la chica en curso, era motivo suficiente para no seguir con la relación, o para ni siquiera empezarla. Pero el segundo año, para mi sorpresa y sin sospechar que su relación iba más en serio que nunca, me dio la noticia de que se casaría, a mediados de ese año ya sería una mujer casada, ahora sí, sin ninguna posibilidad de que algo más pudiera suceder entre ella y yo, pensé mucho, me quedaban pocos meses para actuar, para confesar todo sentimiento dentro de mi causado por ella, sólo por Alicia, pero cómo hacerlo, cómo encontrar las palabras exactas cuando de lo único que hablábamos era de preparativos, de invitaciones, de su felicidad y amor. No me atreví, dejé que los días siguieran su curso, actué como el mejor amigo, le ayude en todo lo que me pedía, y llegó el día, y ahí estuve, a su lado, viendo como le entregaba el resto de su vida a alguien más. Así que después de eso, se perdió la comunicación, cada quien empezó a vivir su vida, la verdad es que me dolía tanto que prefería no saber los detalles de su matrimonio de cuento de hadas, yo solo me dedique a sobrevivir mis días, me enfoque en terminar los estudios, conseguir un buen trabajo, así paso por más de un año y medio después de su boda. Poco a poco aceptando la realidad deje entrar a mi vida a una buena mujer, alguien que me amó con todo su corazón, y a quien creí amar de igual manera, por lo cual después de un año de noviazgo, decidí hacer mi vida a su lado. Tan fuerte fue la perdida de comunicación entre Alicia y yo, que no estuvo presente en mi boda, la invitación que le había hecho llegar, resulto rechazada por el correo por dirección errónea. Todo el primer año de mi matrimonio fue como una película, muchas aventuras, momentos que creí no podrían estarme sucediendo a mí, era tanta la felicidad que sentía, que decidimos hacer crecer la familia, ya habíamos platicado y hasta elegido algunos nombres, pero en ese año, recibí una visita en mi oficina, si, era Alicia, cómo dio conmigo, no lo sé, pero lo hizo, nos fuimos a comer y en la plática me contó sobre su divorcio, ya tenía un año separada y apenas hace un mes había firmado los papeles que oficializaban su separación, para mi sorpresa no fue eso lo que me impacto, si no, su confesión; me buscó porque en cierta etapa se dio cuenta que su vida sin mí no era igual, que no importaba quien estuviera compartiendo sus días y noches a su lado, nada era igual sin mí, que trato de vivir así, pero no funciono, me alegró escuchar todo eso, mentiría si dijera que pensé en mi esposa, no pensé en nada más que en Alicia y yo, en que podríamos empezar a vivir por fin una historia de amor, platicamos mucho, le confesé mis sentimientos, hicimos planes, planes para vernos los próximos días, planes para irnos de viaje, planes para empezar de cero, claro le conté sobre mi matrimonio, pero eso no nos importó a ninguno. Esa noche llegué a casa más tarde de lo usual, mi esposa ya estaba dormida, así que solo me acosté en mi lado de la cama y dormí, más feliz que nunca. En la mañana, como de costumbre me levante al sonido del despertador, hice el ritual del baño-almuerzo, y justo cuando abría la puerta para dirigirme a la oficina, me detiene por el brazo una mano, volteo y veo su rostro, con una sonrisa de oreja a oreja, giro un poco la cabeza y veo que sostiene en la otra mano una prueba de embarazo con resultado positivo, esto solo podría estarme pasando a mí, como decirle en ese momento que había regresado Alicia, reaccione como cualquier hombre deseoso de ser papá, la abrace y bese. Por la tarde, hable con Alicia, se enojó al saber que no dejaría a mi esposa, salió del restaurante y no volví a saber de ella. Me gustaría decir que fue la mejor decisión que pude haber tomado, pero no, no lo fue, el embarazo no trajo más que desacuerdos, peleas y llanto por su parte, aun así, seguimos intentándolo, pero ahora solo por el bebe que venía en camino, llegó el día del nacimiento y ver a ese pequeñito por primera vez, me movió todo, me mentalice para hacer después de ese día, todo por él y solo por él. Tratamos de hacer que funcionara, pero no lo logramos, al primer año de mi hijo, decidimos divorciarnos, era lo mejor para ambos. Volví a vivir solo por un tiempo, no estaba listo para ningún tipo de relación, me enfoque solo en mi hijo. Y si, por cosas del destino, por llamarle de algún modo, Alicia volvió a mi vida, ayer me la encontré sentada en un parque, me acerque a saludarla y le platique lo sucedido, ella seguía soltera, así que decidimos empezar de cero, ahora sí, en este, el lugar en el que por primera vez nos dijimos “hola”.

-Pero ya es mucho de mí, platícame de ti, tú porque estás aquí sola, sin indicio de querer socializar.

Continuara...


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